Hoy, 30 de julio, Día Mundial contra la Trata de Personas, recordamos que en pleno siglo XXI sigue existiendo la esclavitud. Hablamos de una esclavitud “moderna” en donde el amo ahora es llamado tratante y el esclavo es llamado víctima. Es una esclavitud maquillada porque lo que el tratante busca es dar la apariencia que la víctima dio su consentimiento para vivir en las condiciones a la que es sometida; sin embargo, se trata de un consentimiento viciado pues se utilizan métodos de coacción o engaños para obtener la aprobación de la víctima. En el fondo la trata de personas y la esclavitud son exactamente lo mismo: se trata de una práctica donde la libertad de un hombre o una mujer es coartada pues sobre él o ella se ejercen atributos del derecho de propiedad (definición de esclavitud según la Convención sobre la Esclavitud) y son sometidos a condiciones de explotación.
El concepto de trata de personas es frecuente y erróneamente utilizado como sinónimo de “trata de blancas”. Este concepto fue acuñado a finales del siglo XIX y se fortaleció en los periodos de las guerras mundiales, pues mujeres europeas que huían de la guerra fueron presa fácil para ser captadas y trasladadas a Europa del Este, Asia y África en donde se les explota sexualmente. El concepto de “trata de blancas” ya está en desuso, pues pueden ser víctimas de trata personas de diferente color de piel, género y nacionalidad, no sólo mujeres blancas europeas; además, la trata tiene otro tipo de fines, no sólo la explotación sexual.
De esta manera, en el año de 1949 se firmó el Convenio para la Represión de la Trata de Personas y de la Explotación Ajena. Sin embargo, fue hasta el año 2000, con el Protocolo para prevenir, reprimir y sancionar la trata de personas, especialmente mujeres y niños, que complementa la Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional, mejor conocido como Protocolo de Palermo, que se logró definir con precisión el concepto de trata de personas y la diferencia entre ésta y el tráfico de personas. La trata de personas implica tres cosas: la acción, el método y el fin. Es decir, el qué se hace, cómo se hace y para qué se hace.
¿Qué se hace? Se entiende por trata de personas la captación, el transporte, el traslado, la acogida o la recepción de personas. Generalmente hay una persona (un victimario) diferente involucrada en cada una de estas acciones.
¿Cómo se hace? Para llevar a cabo las acciones anteriores, las personas involucradas en la trata recurren a la amenaza, al uso de la fuerza u otras formas de coacción, al rapto, al fraude, al engaño, al abuso de poder o de una situación de vulnerabilidad o a la concepción o recepción de pagos
¿Para qué se hace? La trata de personas tiene como fin último la explotación. El Protocolo de Palermo incluye la explotación de la prostitución ajena u otras formas de explotación sexual, los trabajos o servicios forzados, la esclavitud o prácticas análogas a la esclavitud, la servidumbre o la extracción de órganos
El modus operandi de las redes de trata ha sido muy analizado. Inicia con la captación. Normalmente, hay una persona encargada de engañar a la víctima a través de promesas falsas. El captador identifica a una persona vulnerable, ya sea por necesidad de dinero, por ser alguien carente de afecto, o alguien que busca con urgencia la oportunidad de sus sueños. El captador procede a prometerle un buen sueldo, un trabajo ideal que cubre todas sus necesidades, cumplir sus sueños profesionales o a veces la o lo enamora y le promete matrimonio. Ya engañada la víctima, viene el siguiente paso: el traslado. La víctima es movida de su ciudad o su país con el fin de sacarla de contexto, que no tenga a nadie a quien recurrir y que crea que su vida depende del tratante. Ya en el nuevo lugar, viene el golpe, cuando la víctima es bajada en segundos al infierno. Ahí es cuando comienzan las amenazas y los malos tratos. Se le avisa a la víctima la verdadera situación en la que se encuentra. Para retenerla, el tratante establece una deuda, una deuda que va a ir creciendo cada vez más hasta que se vuelva impagable y la única forma que tiene la víctima para pagar es hacer lo que su tratante le ordene. Es por esto que se vuelve muy difícil para la víctima poder salir de las condiciones denigrantes a la que es sometida. La víctima ha sido azotada psicológicamente, sacada de su contexto, no conoce a nadie, quizás está en nuevo país sin documentos, tiene una deuda impagable y además es amenazada, con la muerte de ella o sus familiares, si piensa huir.
La trata de personas no acaba porque existe un sistema económico y social que propicia este delito. En este sistema hay un endiosamiento del dinero y existen individuos capaces de ver y utilizar a otros individuos como mercancía para su beneficio y su enriquecimiento. En este sistema se busca maximizar ganancias y disminuir costos a costa de lo que sea, incluso a costa de la dignidad y humanidad de otras personas. Hay un machismo dominante que busca someter a todo lo inferior, y por eso ve a mujeres, niñas y niños como objetos a su disposición (pues cabe decir que el 99% de las víctimas de trata con fines de explotación sexual son mujeres y niñas según la OIT). Es decir, la trata de personas encuentra un terreno fértil en las desigualdades económicas y sociales.
Hoy es un día relevante justo en este momento, en épocas de Covid, pues a pesar de que se cree que por el confinamiento disminuyó la trata de personas, el análisis dice todo lo contrario. La trata de personas con fines de explotación sexual ha transitado a un mayor número de pornografía, especialmente pornografía infantil. Además, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito anunció que el confinamiento y las limitaciones laborales están teniendo y tendrán un impacto negativo que probablemente resulte en un aumento significativo de la trata de personas. Niños y niñas salen a las calles a pedir dinero y se exponen a ser captados e introducidos a la trata de personas; las migraciones aumentarán y con ellas la exposición de las personas a la trata; los gobiernos están destinando recursos originalmente para el combate a la trata hacia acciones para resolver el problema sanitario; el trabajo infantil está aumentando y seguirá aumentando; hay más gente vulnerable y desesperada por encontrar oportunidades de trabajo.
El problema de la trata de personas nos compete a todos y a todas. Las víctimas de trata están más cerca de lo que pensamos. Nosotros como ciudadanos tenemos la responsabilidad de: exigir a las autoridades un combate efectivo contra la trata, intentar informarnos en la medida de lo posible de dónde viene lo que consumimos y vemos, y finalmente denunciar. Nuestra denuncia puede salvar vidas.

Si ves algo sospechoso puedes reportar al Consejo Ciudadano marcando al 01800-5533-000. Tu denuncia puede ser anónima.

Referencias

• OIT y Walk Free Foundation. 2017. Global estimates of modern slavery: forced labour and forced marriage. Recuperado de https://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/—dgreports/—dcomm/documents/publication/wcms_575479.pdf

• UNODC. 2020. COVID-19: la UNODC advierte sobre el aumento de los riesgos para las víctimas de trata de personas. Consultado el 12 de julio de 2020. Recuperado de: https://www.unodc.org/mexicoandcentralamerica/es/webstories/2020_05_AumentoRiegos_Trata_COVID19.html

• Resolución 55/25 de la Asamblea General. Convención de las Naciones Unidas contra la Delincuencia Organizada Transnacional y sus Protocolos. A/RES/55/25 (15 de noviembre de 2000). Disponible en: https://www.unodc.org/pdf/cld/TOCebook-s.pdf

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